Lushoto, al norte de Tanzania, es un pueblito tranquilo pero turístico. Al igual que en Moshi, estaba repleto de guías esperando cobrar para mostrarnos excursiones. Esta vez dijimos no, y elegimos caminar solos. Preguntando se llega a todos lados.
Subimos por unas colinas que parecían ser exclusivas para chicos. Estaba repleto y los saludos venían de todos lados. Escuchamos “jambo” (“hola” en suahili) y “mzungu” (“blanco” en suahili) millones de veces, desde los caminos, las casas y los árboles. La caminata valió la pena, llegamos a un mirador donde se podía contemplar una inmensa llanura cortada por una montaña redondeada por el soplido del viento.
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