Wednesday, December 2, 2009

A comer, Felipe

   En Bolivia, la Isla del Sol en el lago Titicaca es un destino turístico único, a 3800 metros de altura. Sin embargo, socializar futbolísticamente requiere un gran esfuerzo. Se puede jugar en la playa, en una cancha de fútbol cinco con piso de hormigón o en una cancha de once que sólo se habilita para el torneo anual, durante semana santa. El argentino promedio, que piensa que por historia futbolera puede ganar fácil un partido contra locales, está muy equivocado: el aire falta y las piernas pesan. Como en todos lados, los chicos siempre se hacen presentes cuando ven una pelota. En un partido improvisado, a la hora del almuerzo, entre algunos turistas y los chicos de la zona, todo transcurre con normalidad hasta que vemos una imagen que podría aparecer en cualquier barrio de Argentina. A Felipe lo llaman para comer y él se niega rotundamente a abandonar el partido, no puede dejar a sus compañeros con uno menos. Pero su mamá insiste y después de una pequeña pelea donde se ve quién manda, Felipe se va del campo de juego tremendamente ofendido.



Felipe se va de la cancha "escoltado" por su mamá

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